El sinónimo más sencillo de procrastinar sería postergar o atrasar, dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
La procrastinación junto al perfeccionismo y la saturación son los tres ingredientes de un cóctel que puede ser muy dañino para tu objetivo de emprender.
Al iniciar un proyecto podemos decirnos que queremos hacer algo estupendo, sin precedentes, que sobresalga de lo que hay en el mercado, acá es donde empieza a aparecer el perfeccionismo.
Ese ánimo por hacer un proyecto perfecto empieza por agregar demasiadas tareas por realizar. Con todas estas tareas en mente, o, aunque estén en papel o tu computadora, aparece la sensación de saturación.
Te sientes ofuscado, con muchas cosas por hacer y el proyecto parece ser más grande de los que pensabas al inicio. Acá es donde aparece la procrastinación. Empezamos a postergar las tareas y esto nos lleva al bloqueo y el proyecto está a punto de morir.
Es curioso, pero cuando más tenemos que hacer menos terminamos haciendo. Aunque a mí también me pasa que cuando menos tengo que hacer más lo pospongo ya que es algo sencillo que puedo hacer en cualquier momento, pero tampoco lo hago.
Estos tres elementos: el perfeccionismo, la saturación y la procrastinación son el caldo de cultivo para bloquear a cualquiera y dejarlo casi petrificado.
No hay que ser un adivino para saber que con la combinación del coctel anterior la motivación queda por los suelos y pareciera que nos va arrastrando cada vez más hacia al fondo. Como consecuencia, ese proyecto que te daba mucha ilusión al inicio termina abandonado.
Este círculo vicioso de perfeccionismo, saturación y procrastinación debe romperse para recuperar la motivación que nos llevó a nuestro proyecto.
Pero, cómo levantar la motivación si estamos bajo los efectos del coctel letal que hablamos.
La mejor manera es por medio de pequeños logros. Estos pequeños logros están asociados a pequeños y concretos objetivos para los cuales se puede entrar en acción fácilmente.
Se requiere trabajar a muy corto plazo y apagar las proyecciones de mediano y largo plazo.
Debes reducir la cantidad de tareas que te propones finalizar por día, enfócate en una sola y comprométete a terminarla ese día, así tengas que posponer la serie de Netflix o el partido que de todos modos sabes que va a estar muy malo.
Reduce tu nivel de exigencia, proponte una tarea sencilla por día y comprométete a terminarla.
Si durante la semana lograste completar las tareas que te propusiste, puedes premiarte con un merecido descanso y recargar baterías para la semana siguiente.
Debes apagar la perfección, recuerda “mejor hecho que perfecto”. Esto ayudará a reducir la sensación de saturación y te proporcionará la motivación necesaria para entrar en acción y dejar de procrastinar.
La suma de pequeños logros te llevará a una gran a una gran victoria.
Es importante es celebrar esos pequeños logros. Puedes crear un ritual de celebración: sal a tomarte algo o cómo mínimo cómprate algo rico de comer.
Con una tarea diaria podrás avanzar más que tratando de hacer 10 y no completar ninguna.
Planifica hacer una tarea al día, comprometerse a completarla, y si lo lograste celebrarlo.
Ejercicio:
Responde las siguientes preguntas:
- ¿Qué estás procrastinando desde hace tiempo?
- ¿Qué pasaría si ya hubieses hecho eso que has estado procrastinando?
- ¿Qué tarea podrías realizar en el muy corto plazo? Solo una.
- ¿Si logra realizar esa tarea, cómo te vas a premiar?
Deja una respuesta